
LA COMPAÑÍA DEL LEVANTE
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ToggleIniciaremos nuestro relato en el año 1524. Escogemos este momento por pura conveniencia y para hacer fácil y comprensible el resto de los hechos que han de relatarse. La firma tuvo a cabo en la Ciudad de Panamá ante notario de nombre Hernando de Castillo.
En esa fecha Pizarro es ya un rico hacendado (como lo sería en Cuba su sobrino Cortés). Siguiendo al profesor y americanista Mira Caballos y su libro «Francisco Pizarro» «Una nueva visión de la conquista del Perú» Ed. Crítica, (que nombraremos en más de una ocasión), sabemos que poseía una encomienda muy rentable y era socio con Diego de Almagro y Hernando de Luque de una explotación minera, que si bien no era de extraordinaria riqueza, si daba los dividendos suficientes. (Pag. 87)
A pesar de esta situación económica desahogada, eran una constante en esa región de América, los rumores de que más al sur, existía una imponente y riquísima civilización que impulsaron numerosas aventuras, las cuales terminaban mal desanimando a aventureros y a los que, con la esperanza de obtener beneficios extraordinarios, les financiaban. Seguramente la epopeya de Hernán Cortés, que deslumbró a Europa y a la España del momento, fue un acicate continuo para imitarla con una gesta parecida.
Entre los que no cejaba en la idea de una gran conquista, que diera ganancias sin cuento y honor a su linaje, se hallaba Francisco Pizarro, un baquiano, como ya se dijo. Un soldado respetado y en quien confiaban sus subordinados, por su tenacidad y porque jamás exponía a los suyos a situaciones innecesariamente temerarias.
En fecha que para los historiadores encierra su punto de polémica pero que en esta página daremos por buena la del 20 de mayo de 1524 (página 88 de la citada obra de Mira Caballos) se conformó una sociedad paritaria entre Francisco Pizarro, Almagro, Hernando de Luque (maestreescuela) y Pedrarias Dávila
Del sacerdote Hernando de Luque se dice que su papel se redujo a ser el testaferro del licenciado Gaspar de Espinosa quien aportó una cantidad importante y fijada en veinte mil (20.000) pesos. En total la suma aportada por los participantes en dicha sociedad fue de aproximadamente diez y siete mil (17.000) pesos de oro.
Del reparto de responsabilidades y deberes quedó así: Pizarro era la cabeza visible y quien arriesgaba la vida pues estaría en primera línea de combate. Almagro, componía la parte logística; acompañaba a Pizarro pero en segunda línea. A Luque, además de sus oraciones como clérigo (no se tome a broma, pues era la mentalidad de la época), le correspondía proteger los intereses de los anteriores. Pedrarias Dávila era un mero socio capitalista.
Se dijo más arriba, que esta era una sociedad paritaria. Es decir, que repartía los beneficios a partes iguales. Viendo cuan diferentes eran los riesgos y las responsabilidades (Pizarro se jugaba la vida y Pedrarias, un dinero que tal vez le sobraba), no debe extrañarnos que todo terminara mal.