
DE CEMPOALA A TLAXCALA
Índice del contenido
ToggleNota aclaratoria introductoria.
En este capítulo describiremos sucintamente el recorrido que hizo Cortés hasta llegar a Tlaxcala y las vicisitudes que encontraron en el camino.
Aconsejamos una mirada constante al mapa que encabeza este capítulo.
Como se verá lo dividiremos en dos grandes grupos, en el primero se hablará del Altépetl de Zautla y en el segundo ya ingresaremos en el importante momento en que Cortés y los tlaxcaltecas hacen contacto y de lo que resultaría una etapa nueva en la historia del mundo.
De Cempoala a Zautla

Algunas notas geográficas y climatológicas.
El 8 de Agosto de 1519 (fecha aproximada) Hernán Cortés emprende el camino que le llevaría hasta Tenochtitlan
El camino hacia Tenochtitlan que toma Cortés para llegar hasta Tenochtitlan se inicia con un ascenso constante hasta llegar a Paso de Nombre de Dios, un paso montañoso que se encuentra en la región central del actual estado de Veracruz. Este paso está ubicado en la zona de encuentro del Eje Neovolcánico con el extremo sur de la Sierra Madre Oriental, cerca del volcán Cofre de Perote. El Cofre de Perote, conocido en náhuatl como Nauhcampatépetl, es un volcán que se eleva a 4,282 metros sobre el nivel del mar y es la octava montaña más alta de México.
La transición climática podría resumirse de la siguiente manera:
La zona costera de Veracruz, donde se ubica Cempoala, se caracteriza por un clima cálido y húmedo. Predominan en este punto geográfico, los climas cálido subhúmedo y cálido húmedo especialmente en las llanuras costeras del Golfo Norte y Sur. Estas áreas presentan temperaturas elevadas y alta humedad durante la mayor parte del año.
El terreno hasta Xalapa o Jalapa es húmedo y cálido y termina en una llanura, en la que encontraba un lago salino.
Clima en las zonas montañosas hacia Zautla:
A medida que la expedición avanzaba tierra adentro y ganaba altitud, el clima cambiaba notablemente. Las partes altas de las zonas montañosas presentan un clima templado húmedo y templado localizados en las elevaciones más significativas. En las cumbres más altas, como el Pico de Orizaba y el Cofre de Perote, se encuentran climas muy fríos.
Condiciones enfrentadas por los expedicionarios:
Durante esta primera etapa, los expedicionarios de Cortés habrían experimentado una transición desde el calor y la humedad de la costa veracruzana hacia climas más frescos y húmedos en las zonas montañosas. Este cambio climático implicaba enfrentar temperaturas más bajas, especialmente en las noches, y posiblemente condiciones de lluvia o neblina en las áreas elevadas. Estas variaciones climáticas habrían representado desafíos adicionales en términos de adaptación física, vestimenta y logística para la expedición. Hugh Thomas en su tantas veces mencionado texto, La Conquista de Mexico, narra la muerte por frío de varios indígenas antillanos llevados ahí en calidad de siervos, (tal vez esclavos) y en funciones de acarreo, que no pudieron adaptarse a las condiciones del lugar. Es necesario anotar, como ya se hizo en el capítulo en el que se habla del cacique gordo que éste ofreció a Cortés un considerable número de porteadores, que hicieron un poco más fácil el trayecto.
Zautla
Sabemos que aproximadamente una penosa y dura semana después los castellanos comandados por Hernán Cortés arribaron al Altépetl llamado Zautla, que era una ciudad de relativa importancia (desde luego la más importante desde que dejaron Cempoala) y tributaria de Tenochtitlan.
Zautla recibió bien a los españoles y su tlatoani, de nombre Olintecle, les ofreció un apreciado y necesario cobijo, tras tantas noches de dormir al raso y bajo las lluvias de la temporada. Es una apreciación común de los historiadores que el comportamiento de Olintecle se debía al cumplimiento escrupuloso de las órdenes y directrices emanadas del mismo Moctezuma. Por ese motivo Olintecle se mostraba tan receptivo a satisfacer las necesidades alimentarias de la tropa cortesina como reacio a cumplir con las exigencias de Hernán Cortés, que como los otros expedicionarios, no soportaba los sacrificios humanos o la visión de un tzompantlis y que repitió su acostumbrada retórica sobre la superioridad de la religión cristiana (de la que todos los expedicionarios estaban totalmente convencidos, como de la posesión de un alfabeto) sin que Olintecle cediera un milímetro, pues hacerlo hubiera desatado la ira de Moctezuma. No se interrumpieron los sacrificios humanos ni hubo posibilidad de sustituir los ídolos de la ciudad por una cruz o un estandarte de la Virgen.
De la estancia en Zautla, Cortés no obtuvo resultados tangibles en su proyecto, probablemente muy embrionario, de conquistar esa tierra. Pero perfectamente aleccionado por el cacique gordo, envió a Tlaxcala a cuatro nobles totonacas de Cempoala en misión diplomática.
Después de esos días de estancia en Zautla Cortés tomó camino de Tlaxcala.
De Zautla a Tlaxcala
No fue fácil llegar a Tlaxcala
En este punto es muy conveniente recordar algunos aspectos de la cultura tlaxcalteca, para lo que enlazamos con la página que la expone entre las del grupo de culturas prehispánicas mesoamericanas.
Durante su estancia en Zautla, Hernán Cortés envió una delegación diplomática de nobles totonacas de Cempoala a la ciudad de Tlaxcala con el propósito de hacer llegar la los tlaxcaltecas la noticia de que llegaban unos enviados del rey más poderoso de la Tierra y de lo bueno que sería para ellos convertirse en vasallos de tan poderoso señor y quitarse así la pesada carga de la opresión mexica.
Con toda seguridad los tlaxcaltecas no entendieron las propuestas de Cortés, sin embargo si valoraron la nueva situación en un cónclave que reunió a los principales de este Altépetl que eran Maxixcatzin, Xicoténcalt el viejo, Citlalpopocatzin y Temilotecalt. (Recordemos que Tlacala se conformaba sobre cuatro señoríos, Ocotelulco, Tizatlán, Quiahuixtlán y Tepeticpac). Los cuatro caciques eran partidarios de alcanzar algún acuerdo con los castellanos, como era obligado hacerlo ante unos teules, tal como los totonacas de Cempoala los calificaban insistentemente. Por el contrario, Xicoténtal el joven (hijo del viejo, evidentemente) era partidario de dar guerra esos extranjeros. Al final se impuso una retorcida idea de Temilotecalt, que básicamente consistía en que se enfrentaran los otomíes (a los que todo el mundo consideraba tontos, eres un otomite, que venía a ser un eres tonto, como insulto habitual) y si triunfaban para todos sería la victoria, mientras si fracasaban, era fácil (cavilaba el astuto Temilotecalt) echar toda la culpa a los otomíes.
En cualquier caso la situación fue escalando en intensidad y los otomíes primero y los tlaxcaltecas después pusieron en muy graves aprietos a los hombres de Cortés, que quedaron al borde la derrota más de una vez. No fueron pocos los castellanos los que pidieron regresar a Cuba pues las opciones de salir vivos eran cada vez más menguantes. Cortés tuvo que emplear a fondo toda su oratoria, que no fue tan convincente como en otras ocasiones. Igualmente empleó la táctica de castigar con muerte a las poblaciones civiles rebeldes, sin resultado alguno. De hecho, ese comportamiento era incluso salvaje para los mismos mexicas y cualquier otro pueblo de la región. Todo lo contrario, cuando por decisión propia u obligado por las circunstancias, Cortés adoptó un trato más amable, encontró poblaciones más dispuestas al acuerdo, incluso a un recibimiento amable.
Sin embargo para los tlaxcaltecas la situación estaba muy lejos de ser favorable. Ciertamente su superioridad numérica era abrumadora, pero también el número de muertos que debían soportar, resultado de las cargas de caballería (aunque mataron a algunos caballos), los cañones, los arcabuces, las ballestas, las lanzas, las espadas, los perros y la forma de guerrear tan poco efectiva de los tlaxcaltecas* hacia que los muertos eran muchos más que los castellanos.
*Los tlaxcaltecas, primero de todo no buscaban la muerte del enemigo, sino su captura para poder ofrecerlos a los dioses en sacrificio. En segundo lugar, la forma de enfrentarse al enemigo, mediante sucesivas avalanchas de grupos especialmente compactos, hacía que los disparos de artillería fueran dramáticamente mortales.
Precisamente, y tras las deliberaciones habituales y pertinentes, fue Xicoténtal el joven, quien ofreció la paz a Cortés.
Cortés y sus capitanes aprendieron una lección desagradable de tomar: que no habían de conquistar nada sino con lucha feroz y los riesgos de todo tipo que eso lleva aparejado.
Y otra más, que por muy superiores que fueran sus armas y mucha más refinada su doctrina militar, los españoles no vencerían si no era ayudados por tropas indígenas, en este caso los totonacas.
La estancia en Tlaxcala. 18 de septiembre de 1519. Una alianza decisiva.
Cortés encontró Tlaxcala una ciudad cuidada y ordenada. Les recriminó a los caciques su comportamiento tan agresivo, él esperaba de los tlaxcaltecas el recibimiento de quien llega para liberarles del yugo mexica.
Los tlaxcaltecas, replicaron, que no debía extrañarse de su oposición inicial, pues ellos eran un pueblo orgulloso que no conocía la sumisión ante nadie. Pidieron perdón, alimentaron a los españoles, les arreglaron un templo como estancia, es decir les retiraron los ídolos para que los españoles pudieran colocar una cruz y un estandarte de la Virgen María y pidieron a los sacerdotes tlaxcaltecas que no se acercaran por ahí pues les resultaban muy desagradables (repugnantes, se diría) los pelos encostrados de sangre reseca y las uñas de las manos muy largas.
Además, los caciques ofrecieron a los españoles mujeres, nobles y plebeyas, que Cortés fue repartiendo entre sus capitanes y algunos soldados. Todas las mujeres fueron bautizadas antes de pasar a manos castellanas. Por ejemplo Pedro de Alvarado recibió una india noble, hija de Xicótencalt, de nombre propio Tecuelhuatzin, que tras bautizarla (ningún español tomaba mujer infiel) se llamó Doña Elvira y con quien Alvarado hizo buenas migas.
Las otras mujeres las entregó Cortés como sirvientas de Malitzin y se dice que fue en Tlaxcala cuando Malitzin y Cortés iniciaron relaciones íntimas.
En conjunto, la estancia de Cortés en Tlaxcala se caracterizó por las continuas pláticas y peroratas del conquistador (Cortés hablaba sin parar, nos informa Hugh Thomas en su mil veces nombrado texto «La Conquista de América») sobre los beneficios de ser cristianos y vasallos del rey Carlos. Tanta fue su insistencia en el tema religioso que hasta los frailes que le acompañaban, así como sus capitanes, le aconsejaron que dejara ese asunto para otra ocasión, cuando los indios comprendieran, por ejemplo, la idea de un Dios único, que en unas culturas tan politeístas como las que encontraron, esa idea del monoteísmo ya era suficientemente compleja como para adornarla con la Virgen o la Trinidad.
Con todo, no debemos pensar en Cortés como un vulgar charlatán, sus pláticas desprendían autoridad, gran confianza en si mismo y sobre todo la visión política que siempre le caracterizó.
Por eso, el dato más importante, no es necesario resaltarlo, de la estancia de Cortés en Tlaxcala es la alianza que se estableció entre Cortés y los dos principales caciques, es decir Maxixcatzin y Xicoténcalt el viejo. Ambos profesaban un odio irrestricto hacia los tenochas y cualquiera que pudiera ayudarles a satisfacer sus ansias de revancha era bienvenido. Loa caciques pensaban utilizar a los extranjeros y Cortés pensaba lo mismo de los tlaxcaltecas. Ciertamente Xicoténcalt el joven, el hijo y capitán de las huestes tlaxcaltecas no era partidario de acuerdos más allá de lo imprescindible con los expedicionarios, pero su opinión valía menos cuando no había una guerra de por medio.
Lo que tampoco cambiaba nada era la decisión de Cortés de llegarse hasta Tenochtitlan. Pidió consejo a los caciques tlaxcaltecas sobre el camino a seguir. Estos le aconsejaron pasar por Huexotzinco, ciudad aliada suya. Por supuesto era un consejo interesado, dado que Huexotzico y Tlaxcala eran aliados contra los mexicas.
Como, aunque nos parezca sorprendente (y lo es) en Tlaxcala había una delegación de enviados de Moctezuma que por supuesto le aconsejaron pasar primero por Cholula, consejo igualmente interesado pues esta ciudad no sólo era aliada de Tenochtitlan sino enemiga de Tlaxcala.
Los enviados de Moctezuma, además, no dejaron de insistir a Cortés en la idea de cual malos, ruines, pobres, traidores y indignos de cualquier confianza.
Cortés se decidió por Cholula. Si volvemos al mapa, es fácil comprender que llegarse hasta Huexotzinco, era dejar a las espaldas la incertidumbre de lo que podían hacer los aliados de mexica de la ciudad de Cholula.
Lo que pasó en Cholula queda para el próximo capítulo.
