Cortés, de La Española a Cuba. Una Fecha 18 de noviembre de 1518

Sabemos por el capitulo en el que se resume la biografía de Cortés que éste llegó a La Española en 1503 con diez y nueve años.

Era entonces gobernador Fray Nicolás de Ovando.

No existe una documentación precisa de lo que hiciera allí el extremeño, aunque sabemos que residió en un villorrio llamado Azua de Compostela, del que fue escribano, coleccionó aventuras amorosas, crió caballos, busco oro y presenció algún ajusticiamiento que según el imprescindible Hugh Thomas le mostró lo útil de la implacabilidad cuando todo lo demás falla.

Su estancia en Azua de Compostela fue la más larga de las que habría de tener en América. Cinco oscuros años de los que tampoco hay certeza absoluta.

Nada en definitiva que satisficiera al hidalgo, obsesionado con el oro y aún más con la fama y la gloria. Se le oyó decir en alguna ocasión que «había de comer con trompetas o morir ahorcado».

En cualquier caso sabemos que Cortés acompaño a Diego Velázquez de Cuellar en su periplo (conquista incluida) cubano.

Estamos en el año 1511.

Ahora el Gobernador es Diego Colón el hijo del Almirante que puso en marcha expediciones de conquista, tal como se indica en el enlace. Parece ser que Hernán Cortés no manifestó interés alguno en el proyecto jamaicano, algo más en el del Darién, que cierta enfermedad o contratiempo se lo impidió y finalmente, el conocimiento que hizo de Diego Velázquez de Cuéllar, le llevó a Cuba.

De su estancia en Cuba tenemos noticia que encontró el oro que tanto buscaba, probablemente (siguiendo a Hugh Thomas) presenció el ajusticiamiento en la hoguera de un indígena principal, llamado Huatey, de donde reforzó la lección de que la crueldad era un arma eficaz. 

También conocemos que un día estaba a buenas con Diego Velázquez y al siguiente estaban enfrentados. Como ejemplo ponemos al episodio de una de sus conquistas, Catalina Suarez, a la que hizo promesas de matrimonio que no quiso cumplir. Esto enfadó mucho a Diego Velázquez de Cuellar, aunque cuando por fin Cortés accedió al matrimonio, no solamente Diego Velázquez perdonó al extremeño, sino que fue además, su padrino de boda.

No es exagerado afirmar que en esa Cuba del gobernador Diego Velázquez de Cuellar, Hernán Cortés, destacaba por su verbo elegante y su inteligencia, así que en una de esas situaciones en que otra vez la amistad entre ambos era la norma, el gobernador nombró alcalde de Santiago al metelinense.

Finalmente en el año 1518, la expedición de Grijalva había fracasado. Se le reprochaba, irónica y paradójicamente, haber hecho lo que se le pedía que hiciera. Pero a pesar de ese fracaso la semilla de que en esa región de la que volvía Grijalva había mucho que conseguir estaba plantada.

Diego Velázquez después de algunos candidatos frustrados y de descartar de plano ser  el mismo quien encabezara expedición más exitosa que la del pusilánime Grijalva, decidió que fuera Hernán Cortés el encargado de la misma. 

Había otra razón de peso: Cortés estaba en una situación económica en la podía financiar una buena parte de dicha aventura. Como había igualmente otra razón de peso que desaconsejaba a Cortés como capitán: Su nula experiencia militar y con las armas. Aunque siendo sinceros, nadie pensaba que el tono de las batallas superara el nivel de las que hubieron de librar, Hernández de Córdova y Grijalva. Este aspecto ya se señala en la comparativa entre Hernán Cortés y Pizarro.

Se redactó un documento en el que se exponían las instrucciones del viaje (no blasfemar, no jugar naipes), el respetuoso trato que habría de darse a los indios, buscar y localizar a esa mujeres llamadas amazonas.

También puede leerse esta instrucción: «el principal motivo que vos y todos los de vuestra compañía habéis de llevar es y ha de ser para que en este viaje sea Dios Nuestro señor servido e alabado y nuestra santa Fe católica ampliada…» Si la señalo específicamente es porque este escaso párrafo encierra gran parte del corpus ideológico que fue motor de la conquista, excusa para unos pero sincero motivo para otros. En la difícil psicología de Cortés probablemente una mezcla de ambas cosas.

Es de suponer que ni Cortés ni Diego Velázquez de Cuellar dudaban de que el error Grijalva no se iba a repetir, si bien en su interior, Cortés y Velázquez tenían proyectos diferentes.

El enlace que he encontrado sobre estas instrucciones tiene una presentación peculiar y no habitual, pero aun así la vinculo por no encontrar otra más adecuada.

Sin embargo, cuando Cortés reunió una expedición inusualmente numerosa, con más de 500 hombres de combate y once barcos, Velázquez se dio cuenta de que su comandante podría convertir una misión de reconocimiento y comercio en una de conquista. Ha de señalarse que entre los reclutados estaba  a Pedro de Alvarado que había participado en la expedición de Grijalva, de la que había vuelto muy descontento y con muchas ganas de repetir el intento.

Diego Velázquez de Cuellar intentó sin éxito revertir la situación quitando el mando a Hernán Cortés, pero éste y los que había reclutado estaban demasiado decididos a partir y no sin acontecimientos dramáticos (como la sospechosa muerte de algún mensajero de Velázquez) el 18 de noviembre de 1518 Hernán Cortés ponía rumbo, sin que en apariencia le pesara dejar atrás a su mujer Catalina Suárez, su hacienda y su mina de oro. 

Como nota final podemos añadir que cuando Cortés iniciaba su periplo Grijalva terminaba el suyo llegando a Cuba (recordemos que fue Pedro de Alvarado el que por delegación del propio Grijalva, envió a éste a informar al gobernador Velázquez). Suena poético imaginar que en algún punto del mar océano se cruzaron las naves del que partía lleno de proyectos y del que regresaba con el suyo sin cumplir.