
HERNÁN CORTÉS ENCUENTRA A LA MALINCHE, LA MALINCHE ENCUENTRA A HERNÁN CORTÉS
Índice del contenido
ToggleHemos visto zarpar a Cortés un 18 de febrero del año 1519 con once barcos y quinientos hombre en una expedición que provoca en el Gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuellar, toda clase de desconfianzas, enfados y recelos. No es necesario tal despliegue de hombres y pertrechos, razona el Gobernador, para una misión de la que el poblamiento de tierras está excluido y prohibido.
Diego Velázquez trata de anular y destituir a Cortés pero éste, siempre más rápido, siempre más expeditivo y astuto, zarpa con esa dotación.
En este capítulo y siguientes no daremos el detalle absoluto del recorrido cortesino, sino aquellos lugares cuyo conocimiento sea imprescindible para el cabal conocimiento de esta empresa.
Hemos utilizado la imagen de la página web https://issuu.com/usuario.com/docs/garci_a_c_ponce_rami_rez_h_561.pptx_1_/s/17166167 en donde se indica que es la ruta de Hernán Cortés de Fernando Benítez
Cozumel
Sabemos de Cozumel por recorrido de la expedición fracasada de Grijalva. Ver también imagen incluida en este capítulo
Aquí Cortés mantuvo unas relaciones con los naturales tan razonables como las que tuviera Grijalva. De hecho, se presentó ante los mayas afirmando ser hermano del mismo. Los intercambios fueron los esperables, los españoles buscaban oro, comida y agua. De lo primero ya les señalaron los indios que no tenían. Los españoles entregaron tijeritas, vestidos, cuentas y cristales.
En esta estancia destacaremos dos aspectos: que descubrimos a un Hernán Cortés predicador religioso y que se le informa de que los mayas tienen prisioneros a españoles.
Como predicador religioso, Cortés hace una labor de catequesis, le explica la existencia de un único «Dios bueno y dador de todas las cosas». Les pide que abandonen a sus ídolos y que no sacrifiquen seres humanos, práctica esta, que siempre repugnó al extremeño y a los demás castellanos. Añadía a esta prédica religiosa, la importancia de someterse al vasallaje del rey Carlos «el más importante príncipe de mundo» del que él, Cortés, era su enviado.
Si señalo este aspecto de la oratoria de Cortés, no lo hago por añadir un detalle para eruditos, sino para enfatizar la importancia que habría de tener la palabra y el argumento como arma política y para resaltar la inteligencia global del conquistador.
Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero
En su estancia en Cozumel supo Cortés, como ya se dijo más arriba, por informes de los mayas residentes ahí, de la existencia de «cristianos captibos» en manos de algún pueblo del Yucatán.
Cortés envió a uno de sus tripulantes destacados, Ordás, con la misión de encontrar y rescatar a los que quedaran con vida. Sin embargo, pasada una semana y sin noticias de los rescatadores, cuando justo Cortés disponía la marcha, una barca/canoa llegaba con unos indios, uno de cuales expresándose en un castellano algo titubeante, preguntó «¿Señores sois cristianos y cuyos vasallos?» Le contestaron que si, que vasallos del rey Carlos. Era un emocionado Gerónimo de Aguilar, natural de Écija. En el encabezado de este párrafo se enlaza con la biografía de este personaje.
Si incluimos este dato no es por un prurito perfeccionista, sino porque Gerónimo de Aguilar se habría de convertir, por su dominio del maya chontal y del castellano, en un interprete mucho más eficaz que Melchorejo y Julianillo, eficacia que vio ampliada al trabajar en conjunto con la malinche, como se verá más adelante. (Hugh Thomas, afirma que perdió soltura con su idioma materno después de tanto tiempo en tierras mayas y que nunca lo recuperaría plenamente)
Aquí añado un texto propiamente mío que es un apunte ordenado sobre el papel de los traductores quiénes fueron entre los más destacados
En el caso de Gonzalo Guerrero, natural de Niebla cerca de Rio Tinto y Palos, aunque es posible que supiera de la posibilidad de rescate, no quiso volver a España. Estaba plenamente integrado en la sociedad maya. Tenía tres hijos con una princesa maya y era asesor del jefe para cuestiones de carácter bélico. Puede enlazarse en el encabezado para más información. Este artículo del diario digital El Debate también lo expone muy adecuadamente
La batalla de Centla 25 marzo 1519
Si seguimos el mapa de la figura 1, podemos concluir que Cortés siguió la ruta de Hernández de Córdoba y de Grijalva, que además era un camino más que conocido por los expertos pilotos que guiaban su expedición, entre ellos Alaminos, del que ya hemos hecho referencia a su importancia y conocimientos en diversas ocasiones. Tan calcada era la ruta de Cortés con respecto a sus predecesores que al pasar por Champotón, pensó en detenerse y tomar revancha de la derrota de Hernández de Córdoba. Lo que no hizo por consejo de los pilotos.
Cortés decidió adentrarse en territorio de los mayas chontales (Ver figura), en Potonchan y comprobó dos cosas, que Aguilar era un excelente intérprete, mejor que Melchorejo y que los naturales no querían saber nada de los castellanos. De nada sirvió que el extremeño les comentara que él tenía las mismas buenas intenciones que Grijalva o que les traía la buena noticia de un Dios que superaba en todo a los suyos o que el era el enviado del más poderoso señor y rey de la tierra, el emperador Carlos y que convertirse en sus vasallos les habría de traer grandes venturas.
Mandó leer el Requerimiento. Los indios contestaron que no necesitaban nada de eso, que se marcharan o que los matarían a todos.
La cosa, evidentemente, terminó en una serie de escaramuzas que pusieron a los españoles, muchos sin experiencia en combate, como el mismo Cortés, en situación crítica que pudieron superar gracias a Pedro de Alvarado y muy importante, a la utilización de los caballos que provocó un auténtico pánico entre los mayas. Aquí debutaron en Mesoámerica los caballos como arma de combate.
Anotemos como detalle que en todas estas refriegas, Melcharejo aprovechó para huir y advertir a los mayas de la peligrosidad de los españoles.
La Malinche, Malinali, Malintzin, Doña Marina
En esta redacción hemos utilizado el nombre de Malinche porque al dirigirnos a un sector que se recién se inicia en el estudio e la historia de la América hispana, éste nombre (Malinche) es de sobra conocido. Su nombre auténtico era Malinali (el nombre mexica de un mes de su calendario) o Malintzin y adquirió el de doña Marina no sólo en virtud de su bautismo, sino por la importancia que adquiriría en todo lo que había de acontecer.
Malinali fue una más de las jóvenes mujeres entregadas por los mayas a Cortés para sellar la paz. Inicialmente Cortés la entregó a Portocarrero, aunque muy pronto fue su amante e hizo las labores de intérprete ya que Malinali hablaba el nahuált de su infancia y el maya chontal de su esclavitud. Léase aquí su biografía.
Cortés, para agradecer estos y otros regalos, volvió a repetir sus pláticas religiosas que algún efecto surgieron (o tal vez era mero disimulo de los vencidos) pues renunciaron a los sacrificios, destruyeron ídolos y reclamaron más detalles sobre ese rey tan lejano y poderoso del que querían ser vasallos, aunque como nos informa Hugh Thomas en su muy citada «La Conquista de Mexico» los mayas tenían una idea muy diferente a la europea de la significación del término e idea de vasallaje.
De la Malinche muy resumidamente podemos decir que había nacido mexica; que fue vendida como esclava por su padrastro, un comerciante, a los mayas; que cuando después de la batalla de Centla pasó a manos de Cortés era la cuarta vez que pasaba de unas manos a otra como poco más o poco menos que una mercancía; que no es necesario resaltar su inteligencia; que de ella se dijo que tenía la belleza «de una diosa»; que atesoraba más valor que «veinte cañones».

