EL VIAJE QUE CAMBIÓ EL MUNDO.

En esta serie expondremos los pormenores del primer viaje colombino que fue el detonante del cambio de paradigma en nuestra visión el mundo y también describiremos los otros tres viajes del Almirante de la Mar Océana hasta su muerte en Valladolid el 20 de mayo del año 1506.

La extensión descriptiva de este primer viaje está en relación a la importancia y repercusión histórica del mismo que es difícil de exagerar. En cualquier caso he resumido el capitulo en diez puntos que además son una buena guía para un desarrollo más amplio o como nemotecnia.

Las Capitulaciones de Santa Fe

En la sección anterior, en la que relatamos los pormenores y sinsabores de Colón en Castilla, dejamos al genovés camino de entrevistarse con los Reyes Católicos y firmar las famosas Capitulaciones de Santa Fe. 

Pero primero sepamos en qué consisten y qué son unas capitulaciones.

¿Qué son las Capitulaciones?

Las «capitulaciones» designaban varios tipos de documentos jurídicos o diplomáticos, tanto entre estados como entre particulares y estados. Para la conquista de nuevos territorios, en la Edad Media la Corona de Castilla no recurría a ejércitos propios permanentes sino que contrataba la misión a particulares poderosos, a cambio de títulos y beneficios económicos que se recogían en una Capitulación.

Esto ocurrió en particular durante la conquista de las islas Canarias, cuyas capitulaciones son el antecedente inmediato de las capitulaciones de Santa Fe. Las capitulaciones firmadas por los reyes de Castilla a principios del siglo xv para la conquista de Canarias eran típicamente feudales: los nobles que emprendían la conquista se erigían en señores de las islas, vasallos de Castilla pero con amplia autonomía. La sumisión de más gente al cristianismo se planteaba como una especie de excusa interna heredada, ya que la guerra entre cristianos y musulmanes era el ámbito donde se formaron estos hombres. Por el contrario, las acordadas a finales de siglo por los Reyes Católicos se limitan a conceder beneficios económicos pero no señoríos, lo cual es un reflejo de la monarquía autoritaria que impusieron sobre la aristocracia a lo largo de su reinado. 

Las Capitulaciones de Santa Fe

Sabemos que por intercesión del fraile Juan Pérez, (de la Rábida), antiguo confesor de Isabel, a la que había escrito recomendando a Colón, éste se dirigió a Santa Fe donde se encontraban los reyes preparando el asalto definitivo de la plaza de Granada. 

Lo que parecía un asunto resuelto, acabó torciéndose por las exageradas pretensiones de Colón, tanto en lo económico como en los honores solicitados, pretensiones estas que enfadaron a los reyes, al punto que como señala Bartolomé de las Casas «mandando los Reyes que le dijesen que se fuese en hora buena». En efecto, Colón decidió acudir a la corte francesa pero la decidida actuación de sus valedores, fundamentalmente del partido aragonés, como el converso Luis de  Santangel, tan influyente como rico, consiguieron hacer volver al genovés, al que los mensajeros alcanzaron el la localidad de Pinos-Puente, a 6 kilómetros de Santa Fe.

¿Que decían las Capitulaciones de Santa Fe?

En el documento se le otorgan a Cristóbal Colón los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera o ganase durante su vida. También se le concedió un diezmo de todas las mercaderías que hallase, ganase y hubiese en los lugares conquistados. El texto fue redactado por el secretario Juan de Coloma y el original, hoy perdido, fue firmado por los dos monarcas. Las Capitulaciones de Santa Fe significaron un reparto anticipado entre Colón y los Reyes Católicos de los beneficios que reportaría la conquista de lo que después se llamaría América. 

Si se desea tener más detalles, la página cervantes virtual lo expone con mucha claridad.

Otra página excelente para un conocimiento de este tema es la que se enlaza.

Algunas controversias sobre las Capitulaciones de Santa Fe

En el párrafo anterior se dice que el texto original de las capitulaciones se ha perdido, pero en el preámbulo de las copias que se conservan en el Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona), Archivo General de Indias (Sevilla), puede leerse  lo que ha descubierto en las Mares Océanas

Este «ha descubierto» en vez «ha de descubrir» ha sido interpretado de diversas maneras, por ejemplo, un error del copista al ser este documento posterior al retorno de Colón del primer viaje. La otra interpretación, lógicamente, se desliza por el terreno de la conspiración, del Colón «ya sabía».

Este humilde redactor de esta página, no tiene nada que decir.

Preparativos del viaje

En este apartado veremos cómo y quién financió el viaje, las naves, los personajes concernidos y la tripulación.

Financiación

Se estima que el coste de este primer viaje fue, redondeando las cifras de 2.000.000 de maravedíes. Para comprender con los criterios monetarios actuales diremos que un maravedí viene a ser, aproximadamente, 10 céntimos de euro. Haciendo equivalencias con las monedas: Un Real (34 maravedís) es 3,4 euros, un Ducado (375 maravedís) 37,5 euros y un Escudo (que son unos 400 maravedís) 40 euros.

Esa cantidad que hemos indicado se desglosa de la siguiente manera:

El 2 de mayo de 1492, Luis de Santángel, (ver biografía) escribano de ración de Aragón,  entrega 1.140.000 maravedíes a Hernando de Talavera, para que éste se los dé a los Reyes Católicos, dinero que había salido de la tesorería de la Santa Hermandad, como consta en los documentos la misma (Contaduría Mayor de Cuentas, 1era época, legajo 134).  (El escribano de ración es el oficial real con más funciones y competencias de la administración de la casa y corte. Era el encargado de controlar los comensales regios, el servicio de la mesa y el abastecimiento general de la casa y corte  como alimento, vestidos…)

El hecho de que Santangel fuera converso, ha dado, faltaría más, lugar a cualquier teoría conspiranoica sobre los judíos y el descubrimiento.

Existe consenso entre los historiadores en que Martín Alonso Pinzón, y sus hermanos, aportaron medio millón (500.000) de maravedís. He matizado  que se trata de un «consenso entre historiadores» porque no existe demostración documental, en tanto que los registros contables de los Pinzón se han perdido. En cualquier caso, el hecho de que Bartolomé de las Casas lo de como cierto, es un apoyo importante a dicha tesis, pues en estos aspectos el fray dominico es muy de fiar.

 A los financieros italianos de Sevilla, Colón pidió un préstamo de 180.000 maravedíes  a Giannotto Berardi, y alguna otra cantidad cercana a los 300.000 maravedíes del banquero genovés Francesco Pinelli.

(Giannotto Berardi, más conocido como Juanoto, en una escritura notarial que ha de complementar su testamento apunta que Colón aún le está debiendo 180.000 maravedís que le había prestado, además de otras cantidades por distintas causas)

¿Estos dos millones de maravedíes, son mucho o poco? Sí partimos del hecho de que esa cantidad permitió fletar dos carabelas y una nao con una tripulación de 150 hombres (en la estimación más generosa) y lo comparamos con los 130 buques y 25000 soldados que fletaron los Reyes Católicos para la boda en Flandes de la Infanta Juana (luego llamada con crueldad, «la loca») con Felipe el Hermoso, queda definida como muy modesta la expedición colombina.

Personajes y equipamiento

Comenzaremos por anotar algo de conocimiento general, como es el nombre de las tres naves: La Pinta, La Niña y La Santa María. Las dos primeras eran carabelas y la última una nao. Las carabelas fueron adquiridas en Palos de la Frontera en virtud de una Real Provisión y como resultado de algún cargo legal, probablemente por piratería, que pesaba sobre dicho puerto. La nao era de origen cántabro y propiedad de Juan de la Cosa.

Las carabelas eran las típicas naves portuguesas, no muy grandes, maniobrables e indicadas para la exploración costera.

Las naos, más típicamente castellanas, eran grandes y apropiadas para navegación atlántica.

Los personajes implicados, además de Colón, evidentemente, fueron:

Martín Alonso Yañez Pinzón, natural de Palos, de cierta solvencia económica y que como se indicó antes, pesaba sobre él ciertos cargos sobre piratería, (ya se dijo) que le obligaban a aceptar la empresa. Capitán de la Pinta.

Vicente Yáñez Pinzón: Hermano de Martín Alonso Pinzón, capitán de la carabela Niña.

Sobre estos hermanos pinzón, enlazo un artículo de divulgación histórica muy interesante.

Ya se dijo más arriba que estos hermanos financiaron parcialmente este primer viaje.

Juan de la Cosa: Propietario de la Santa María y uno de los navegantes más experimentados de la expedición. Segundo de abordo en la nao la Santa María que comandaba Colón y que tantas intervenciones haría de tener en años posteriores, como se verá en su momento.

Pedro Alonso Niño: Piloto de la Niña, de gran experiencia en navegación.

La tripulación

Dedico un apartado para tratar este tema porque es muy habitual leer en páginas y autores indigenistas que la tripulación se consiguió mediante el reclutamiento forzoso de delincuentes y criminales.

Es falso.

Tan sólo habí­a cuatro condenados: un condenado a muerte por homicidio en una pelea tabernera y tres culpables de haber organizado la fuga de este mismo de la cárcel. Estos fueron los únicos tripulantes obligados a enrolarse, los demás fueron voluntarios.

Utilizaré para ilustrar la afirmación de que no se utilizó mano de obra delincuencial, al prestigioso hispanista Henry Kamen, quien afirma en referencia al tipo de población que las potencias europeas enviaban a sus colonias: «Algunos fueron a la tierra prometida (América, la aclaración es mía) de forma involuntaria. A veces se acostumbraba, no era el caso de los españoles, (las negritas son mías) a transportar a los delincuentes a las nuevas tierras. (Early Moderm European Society, Pag 460. Ed. Espasa)

Entre los componentes de la tripulación había una variopinta representación de oficios y personajes: oficiales, pilotos, marineros, calafates, grumetes, carpinteros, un intérprete, un cirujano, un boticario, un tonelero, un sastre, un platero, un alguacil mayor, un escribano real y un veedor. Sus sueldos eran considerables para la época: 2.000 maravedí­es al mes para los maestres y pilotos, 1.000 para los marineros y 666 para cada grumete, además recibieron cuatro pagas por adelantado por lo que pudieron dejar dinero en España antes de partir del viaje. El número total de tripulantes oscila entre la mínima cifra de 90 y la máxima de 150. Es decir se trató de una modesta expedición. Este enlace con cervantesvirtual, en texto firmado por Alice Bache Gould, ofrece un detallado listado de tripulantes.

Entre los tripulantes me interesa destacar a Luis de Torres: Intérprete de origen judío converso, que hablaba hebreo, arameo y árabe, contratado para comunicarse con las posibles poblaciones orientales que Colón esperaba encontrar. Sobre la presencia de conversos, se ha exagerado tanto como la de criminales, aunque es necesario señalar que no solamente éste que nombramos lo fue, también el médico Maestre Bernal, y con seguridad algunos más, pero en absoluto puede decirse que se tratara de una empresa judía.

También se dio una presencia significativa de vizcaínos.

Rodrigo de Triana: Marinero a bordo de la Pinta, reconocido por ser el primero en avistar tierra el 12 de octubre de 1492.

Diego de Arana:  que en el devenir de los acontecimientos sería comisionado como Guardián mayor de la fortaleza que se erigió en La Española (actual Haití y República Dominicana), primo de la amante de Colón, Beatriz Enríquez de Arana.

La travesía.

Visión general del trayecto de este primer viaje colombino.

El 3 de agosto de 1492, tras laboriosas y arduas tareas, por fin zarparon las tres naves y sus tripulaciones respectivas. Conseguirlas no fue tarea fácil, Colón era un perfecto desconocido en la zona de Palos y su proyecto un disparate muy arriesgado. Solamente el prestigio de los hermanos Yáñez Pinzón y la más que merecida fama de gran y experimentado piloto de Pedro Alonso Niño, consiguieron vencer las notables reticencias.

 «En la tarde del 2 de agosto embarcaron las tripulaciones. Al día siguiente, bien temprano, comulgó Colón y se embarcó enseguida. En el nombre de Jesús dio orden de levar anclas y largar los aparejos. Faltaba media hora para la salida del sol, y los gallos de Palos no cantaban aún», nos cuenta Björn Landström, el biógrafo finés de Cristóbal Colón.

Primera etapa: Las Islas Canarias

El nueve (9) de agosto llegan las naves a las Islas Canarias. Lo que se presuponía una parada corta de avituallamiento (agua, leña, comida etc) se alargó casi un mes por avería en el timón de la Pinta y mal desempeño de las velas de la Niña que hubieron de ser sustituidas. 

La Gobernadora de la isla era Beatriz de Bobadilla, mujer de la que puede decirse que no pasaba desapercibida y de la que se comentó que fue en posteriores viajes y posteriores escalas, amante de Colón.

Zarparon de nuevo el 8 de septiembre, momento en el que ciertamente se internaron en un mar incógnito.

Hemos de recordar que el conocimiento de los vientos alisios tiene a los navegantes portugueses  como deudores de su descubrimiento. También se ha indicado que la suegra de Colón entregó a éste los documentos en los que su marido Perestrelo, había compendiado los vientos y corrientes del Atlántico conocido. Decimos esto porque Colón escogió la derrota más adecuada para este primer viaje, trayectoria que se repetiría en los tres siguientes.

La doble contabilidad de Colón

Cuando después de navegar durante un mes en las condiciones propias de la época    (ver otra vez este enlace donde se expone el día a día en la Santa María),  sin otro horizonte que las aguas del océano, es decir sin divisar tierra, la inquietud comenzó a hacer acto de presencia entre la tripulación, que si no se amotinó en dos ocasiones, fue porque el prestigio y ascendencia de los hermanos Pinzón se impusieron al descontento y la rebeldía.

Cristóbal Colón, en cualquier caso, había tomado la decisión de llevar un doble cálculo sobre la distancia recorrida. El que exponía a la tripulación era considerablemente más corto que el que se guardaba para si mismo. Se trataba por supuesto de decir algo así como «si no avistamos tierra es porque todavía es pronto, porque no hemos navegado lo suficiente».  Los historiadores no saben si los hermanos Pinzón, participaban en el engaño. Lo que es seguro es que gente tan experimentada como ellos sabían perfectamente la distancia recorrida. 

Sin embargo, a pesar de sus disimulos, Colón era el más preocupado. Según sus cálculos (¿y sus conocimientos secretos?), ya debían haber avistado tierra. Él barajaba la posibilidad de que sencillamente, la hubieran dejado atrás, sin verla, al navegar en una de esas noches cerradas.

La tripulación le dio un ultimátum: si en tres días no vemos tierra nos volvemos.

Anécdota: Cuando se supo con exactitud la distancia Europa-América, se comprobó que los ¡cálculos falsos de Colón eran mas certeros que los que él juzgaba como verdaderos!

¡Tierra!

En esas desavenencias y tensiones estaban la tripulación y Colón cuando en la madrugada del día 12 de Octubre, del año 1492, como a eso de las 2 horas, el marinero de la Pinta, llamado Juan Rodríguez Bermejo, más conocido como Rodrigo de Triana, gritó ¡Tierra!, desatando la alegría, alegría que se contagió a los otros dos barcos, que navegaban más atrasados, mediante la señal convenida de un disparo de falconete.

Se había prometido una suma de diez mil maravedíes como regalo de sus majestades, para aquel que divisara el primero la anhelada tierra, sin embargo Colón negó a este Rodrigo de Triana tal suma, alegando que le pertenecía a él (a Colón), argumentando que había divisado unas luces horas antes, aunque no lo comunicó por si estuviera equivocado. Colón no niega que Rodrigo de Triana avistara tierra y lo comunicara, simplemente afirma que él lo hizo antes.

Con independencia de que Colón pudo haber visto las luces de los fuegos que los naturales del lugar tenían por costumbre encender, como repelentes de los mosquitos, para numerosos historiadores este gesto demuestra la mezquindad y avaricia del genovés. Para otros era lisa y llanamente que era un mentiroso.

Isla de Guanahaní (San Salvador)

En la mañana del 12 de Octubre, Colón y algunos de sus hombres pisaron tierra en una islita llamada por sus habitantes Guanahaní

“La primera isla que descubrió Colón”, por Pedro Cuesta Escudero, autor de “Colón y sus enigmas” y de “Mallorca, patria de Colón”

Esta imagen tomada de del digital nuevodiario.es nos señala la posición de esa pequeña isla.

Sus habitantes eran taínos y según parece Guanahaní significa en ese idioma, «iguana», a decir de la profesora Beatriz Rivera-Barnes.

En el Diario de a Bordo de Colón, cuyo original se ha perdido pero de quien se considera copia fiel, la que hizo el dominico Bartolomé de las Casas pueden leerse las primeras impresiones del genovés.

Hago a continuación un copia/pega con algunos interesantes párrafos. 

«Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una harto moza. Y todos los que yo vide eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de treinta años: muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras. Los cabellos gruesos cuasi como sedas de cola de caballo, e cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás, que traen largos, que jamás se cortan. Dellos se pintan de prieto y dellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos y dellos se pintan de blanco, dellos de colorado y dellos de lo que hallan y dellos se pintan las caras y dellos todo el cuerpo y dellos sólo los ojos y dellos sólo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban por ignorancia. No tienen ningún tipo de hierro. […] Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos y les pregunté por señas qué era aquello, y ellos me mostraron cómo allí venía gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, pues pronto repiten todo lo que se les enseña a decir y creo que fácilmente se harían cristianos, pues me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestra Alteza para que aprendan a hablar. No vi ninguna clase de animal, salvo papagayos, en esta isla.

El 13 de octubre Colón escribió:

Luego que amaneció vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos como dicho tengo. […] Ellos vinieron a la nao con almadías [canoas] que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo y todo de un pedazo y labrado muy a maravilla según la tierra, y grandes, pues en algunas de ellas venían cuarenta o cuarenta y cinco hombres, y otras más pequeñas, hasta haber algunas en que venía un solo hombre. Remaban con una pala como de hornero y anda a maravilla y si se les trastorna, luego se echan todos a nadar y la enderezan y vacían con calabazas que traen ellos. Traían ovillos de algodon filado y papagayos y azagayas y otras cositas que sería tardío de escribir y todo daban por cualquier cosa que se les diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro y vi que algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por señas pude entender que yendo al sur o volviendo la isla por el sur que estaba un gran rey que tenía grandes vasos de ello, y tenía muy mucho. Trabajé que fuesen allá y después vide que no entendían la idea. Determiné de aguardar fasta mañana en la tarde y después partir para el sudeste, que según muchos de ellos me enseñaron decían que había tierra al sur y al sudueste y al norueste, y que estas gentes del norueste les venían a combatir muchas veces, y así ir al sudueste a buscar el oro y las piedras preciosas. […] Agora como fue noche todos se fueron a tierra con sus almadías».

Colón dejó San Salvador (Guanahaní) el 14 de octubre.

La Isla Juana, la Cobba de sus habitantes, que derivó a Cuba

Desde San Salvador Colón visitó otras dos pequeñas islas, a las que llamó Fernandina e Isabela, (no confundir con el poblado de la Isabela) en honor a los reyes, y el 28 de octubre encontró una isla de grandes dimensiones a la que llamó Juana, si bien los indígenas la llamaban Cobba, y este nombre, deformado en Cuba, fue el que al final prevaleció. Estaba habitada por tres pueblos: en la parte occidental estaban los guanajatabeys, pueblo primitivo y nómada, en el centro estaban los ciboneys, de cultura neolítica basada en la agricultura y la pesca, y en la parte oriental estaban los taínos, que habían llegado a la isla recientemente.

Cabe señalar que en esta isla se produjo un desencuentro entre Colón y Martín Alonso Pinzón, que inició una exploración por su cuenta de las islas de la zona. La relación de ambos personajes empeoraría cada vez más.

La Española o Hispaniola, (actual República Dominicana y Haití)

Mapa República Dominicana - Embajada de México

Este excelente gráfico del Gobierno de México (embajada en R. dominicana) nos da información sobre tres islas de poserior trascendencia: Cuba; La Española y Puerto Rico (denominaciones actuales).

La Española (Hispaniola): Colón llegó a esta isla el 5 (o 6) de diciembre de 1492. 
Allí fueron  recibidos por el cacique Guacanagarí,  y encontraron pequeñas cantidades de oro.
El grupo de Guacanagarí pertenecía al grupo étnico de los tainos y en ese momento se encontraba en permanente conflicto bélico con los denominados caribes, grupo muy belicoso y antropófago en mayor o menor grado.
El lugar específico donde desembarcó por primera vez fue en la costa norte, cerca de la actual ciudad de Môle Saint-Nicolas en Haití, a la que llamó el «Puerto de San Nicolás». (ver imagen inferior)

 

Desde el «Puerto de San Nicolás», Colón y su tripulación exploraron la costa norte de la isla, navegando hacia el este. Durante esta exploración, Colón interactuó con los habitantes indígenas, quienes le informaron sobre las riquezas de la isla.

Naufragio de la Santa María y Fundación de La Navidad

Naufragio: En la noche del 24 al 25 de diciembre de 1492, la nao Santa María encalló por descuido en la vigilancia, en un banco de arena y se hundió. Con los restos de la nave, Colón y su tripulación construyeron, ayudados por los hombres que envió el cacique Guacanagarí,  un asentamiento al que llamaron «La Navidad»  en honor al día del naufragio. Este se convirtió en el primer asentamiento europeo en el Nuevo Mundo. 

En este asentamiento que se llamó «La Navidad» quedó una guarnición que debía esperar el regreso de Colón. No era posible reubicar en dos naves una tripulación pensada para tres.

La carabela La Niña regresó después de mes y medio de explorar Martín Alonso por su cuenta. La relación entre el palerno y el genovés era de deterioro irremediable.

Relación con los nativos.

Colón estableció relaciones relativamente pacíficas con los taínos, los habitantes indígenas de la isla. Los taínos se mostraron hospitalarios y compartieron alimentos y el deseado oro con los españoles. Estas muestras de metal dieron esperanzas a los expedicionarios de que podría encontrarse en mayor cantidad.

El Almirante dejó establecida esa comunidad de La Navidad,  con la tarea de que buscasen, con ayuda de los tainos de Guacaganarí, la supuesta y anhelada mina de oro. Al frente de la misma, en calidad de Guardián mayor, quedó Diego de Arana (pariente de Beatriz Enríquez de Arana, su pareja cordobesa y madre de su hijo Bartolomé)

Colón describió a los taínos como personas amigables y de disposición pacífica, interesados en intercambiar oro por las mercancías que se les ofrecían.

16 de Enero de 1493, viaje de regreso.

En la fecha que indica el título, Colón emprende el viaje de regreso.

Como se dijo más arriba, quedó una guarnición el la «Navidad»

En este viaje de regreso, Colón demostró que sabía muy bien la ruta que más le convenía. Ascendió al norte y aprovecho así los vientos dominantes y la Corriente del Golfo que le llevaron hasta las Açores (seguir leyendo).

14 de Febrero. El viaje de regreso fue accidentado y a la altura de las Açores una violenta tormenta separó la Pinta que comandaba Alonso Yáñez Pinzón de la carabela de Colón, la Niña. La situación fue tan angustiosa que Colón redactó un texto que explicaba todos los descubrimientos y bien envuelto e introducido en un tonel, lo arrojó al mar con la esperanza de que pudiera llegar de algún modo hasta los Reyes Católicos. Sin embargo consiguieron arribar hasta las Açores y aunque en un primer momento el gobernador portugués de la isla los tomó prisioneros. Al mostrar Colón las credenciales de la corona de Castilla, decidió liberarlos y más aún, aprovisionarles.

Genera imagen de Cristóbal colón arrojando al mar un pergamino en un barril

Imagen diseñada por IA en la que se expone muy libremente la intención de Colón de arrojar el pergamino al mar.

Por su lado, Alonso Yáñez, prosiguió como pudo su travesía, alcanzando la ciudad gallega de Bayona, pasando de allí a Palos. 

¿Buscaba el marino ser el primero en informar a los reyes? Es muy posible. Realmente los reyes supieron por él, del éxito de la empresa. Sabemos que solicitó audiencia que no le fue concedida.

¿Buscaba llevarse la gloria del descubrimiento? Esto ya es pura especulación.

El caso es que Pinzón fallecería a los pocos días de su arribo a Palos. Cuando Colón y Pinzón se separaron a la altura de las Açores, fue para siempre.

Por su lado Colón habría de tocar puerto en Portugal, en Lisboa. Es una de esas paradojas de la Historia que Colón informara de sus descubrimientos primero a Juan II (que había rechazado su proyecto) antes que los Reyes Católicos que lo habían aceptado.

15 de marzo de 1493: Colón arriba al Puerto de Palos, donde descansó quince días, antes de dirigirse a Barcelona, lugar en el que los reyes iban a recibirle.

Pero antes de continuar, bien merece que hagamos un resumen de toda esta epopeya.

Resumen, en diez puntos, de los acontecimientos acaecidos entre el 3 de agosto de 1492 y 15 de marzo de 1493 

  1. Las Capitulaciones de Santa Fe son el marco jurídico que regula la relación contractual entre la Corona y Colón.
  2. La financiación de la expedición corre a cargo de la Santa Hermandad aragonesa mediada por Luis de Santangel, comerciantes genoveses, los hermanos Yáñez Pinzón, de gran prestigio entre la marinería de Palos de la Frontera. El monto asciende a dos millones de maravedíes y puede calificarse de modesta.
  3. Juan de la Cosa, cántabro, aporta la nao Santa María y los portulanos antes citados, las carabelas la Pinta y la Niña. Se considera cierto que Palos de la Frontera debió asumir esta incómoda empresa como pago debido a la corona, o como multa por probablemente actos de piratería.
  4. La tripulación, obtenida en virtud del prestigio de los hermanos Pinzón, alcanzó un mínimo de 90 personas y un máximo de 150, según autores. No fue una tripulación de delincuentes, ni una empresa judía, sino que contaba con una variedad de orígenes y oficios.
  5. El 3 de agosto de 1492, desde el Puerto de Palos, se inicia la navegación que toma la ruta por Canarias para aprovechar los vientos Alisios.
  6. El 12 de Octubre de 1492, a las 2-3 horas de la madrugada, con la tripulación casi amotinada, Rodrigo de Triana, grita Tierra. Habían llegado a Guanahaní, actual San Salvador, de allí pasaron a Cuba, la Isla Juana y de allí a la Hispaniola (República Dominicana y Haití). Se entra en contacto con taínos y caribes.
  7. En la Española (Hispaniola), Colón conoce al cacique taino Guacagaraní, estableciéndose buenas relaciones, al punto que cuando encalla (por un descuido) y se pierde la Santa María, los hombres del cacique ayudan a los españoles en las labores de rescate y recuperación, así como de la construcción del fuerte Navidad. La búsqueda del ansiado oro es infructuosa, quedando esta misión en manos de los españoles que quedaron en la «Navidad»
  8. En dicho fuerte Navidad deja Colón el primer asentamiento europeo, que no podemos llamar propiamente ciudad cuando se inicia el viaje de regreso, 16 de enero de 1493. Viaje accidentado que pone en peligro la vidas de los tripulantes y separa las naves, quedando Colón en Açores y llegando Alonso Yañez a Bayona, en Galicia, informando antes que nadie a los Reyes Católicos. Poco después este marino tan decisivo en toda la empresa habría de morir en Palos de la Frontera.
  9. Colón por su parte, y en una broma del destino, al primer puerto ibérico al que arriba es al de Lisboa, siendo que informó antes a Juan II que a Isabel y Fernando.
  10. 15 de marzo de 1493: Colón llega a Palos, visita la Rábida, a la que tanto debe y espera ser recibido por los Reyes Católicos en Barcelona, como veremos a continuación.

La audiencia de Barcelona.

Una buena aproximación al contexto que se vivía en la Barcelona y Cataluña que recibió a Colón es este artículo.

La fecha de la recepción real es el 21 de abril de 1493. El lugar, el monasterio de San Jerónimo de Murtra donde los Reyes Católicos habían fijado su residencia tras el atentado que sufrió el rey Fernando. 

Los Reyes recibieron a Colón con los máximos honores y le hicieron muestras de preferencia, como permitirle que permaneciera sentado en su presencia, siendo el único de los presentes al que se distinguió con tal honor.

Colón hizo un relato de su viaje, peripecia y descubrimientos. Mostró plantas y animales.

Enseñó también a los indios que se había traído con él, a los que se bautizó y dio nombres castellanos.

Fue en conjunto un día de gran alegría y solemnidad, promisorio de días mejores y de más gloria.

Los indios traídos por Colón.

Es de justicia histórica recordar a los primeros nativos que conocieron Europa traídos por Cristóbal Colón. El Almirante siempre afirmó que su embarque había sido voluntario, lo que es más que dudoso.

El número de aborígenes llegados con Colón, se estima entre diez y catorce. Se sabe que uno murió en la travesía. Tres enfermaron y quedaron en Palos de la Frontera. Ante los reyes se presentaron seis.

En España permanecieron uno al que se llamó Juan de Castilla y otro de nombre Fernando de Aragón que murieron al poco tiempo.

Del llamado Diego Colón se sabe que regresó con el Almirante en funciones de intérprete. Los otros que regresaron murieron al poco tiempo de su llegada a la todavía no llamada América.

El desgraciado destino de estos hombres se explica por los cambios bruscos de alimentación, clima, ambiente, y exposición a microorganismos nuevos para ellos.

Es necesario destacar que el viaje en mar era extremadamente peligroso para cualquiera. Las probabilidades de morir eran tres veces mayores que las de los que permanecían en tierra firme. Más aun para los habitantes de ese mundo nuevo.

Para saber más. Los vientos Alisios.

Puede que estés interesado en conocer qué son y la importancia de los vientos Alisios en la navegación a vela. El artículo enlazado lo explica muy bien. También recordamos al navegante portugués que los descubrió

Especulaciones sobre qué sabía Colón

Quiero insistir en que este capítulo es enteramente especulativo.

Ya el texto de las Capitulaciones de Santa Fe «lo que ha descubierto en las Mares Oceanas» que puede leerse en las copias que recoge el enlace, dio motivos a justificadas especulaciones sobre qué sabía Colón, cuál era su secreto.

Los coetáneos del genovés siempre dieron crédito a la existencia de un «protodescubridor» a la que según pasaban los años y las centurias se fue adornando de múltiples características a cual más fantasiosa. Pero en su versión más limpia, viene a decir que un barco ¿castellano?, ¿portugués? fue arrastrado por una gran tormenta hasta las islas Antillas de las que consiguió retornar con una tripulación diezmada por las enfermedades y la muerte. En ese retorno recaló en la Isla «Madera», la Madeira portuguesa, donde fue recogido por Colón a quien entregó las notas que lo explicaban todo, antes de morir.

Esta idea de protodescubridor se refuerza por la constancia con la que Colón afirmó siempre que las Indias se encontraban a 750 leguas de la isla canaria de Hierro. Igualmente llama la atención como Colón no tomó la línea recta (tal como hiciera el astuto Juan II) sino que sabía que debía bajar hasta las Canarias para ir y subir hasta Virginia para volver.

No son pocos los que afirman que Colón si compartió su secreto con los dos frailes de la Rávida, pero como secreto de confesión. Eso explicaría las ayudas incondicionales que le ofrecieron.

En esta línea, de que antes de Colón otros europeos fueron precursores, se inscriben las leyendas de los nativos antillanos que recoge el ínclito Bartolomé de las Casas, «de que hombres blancos llegaron a esas islas». La presencia de indios más blancos, supuestamente descendientes de esos primeros «descubridores», van en esta línea.

Otros se agarran a la idea de que Colón, habiendo navegado hasta Islandia, pudo conocer relatos sobre los Vikingos que alcanzaron las costas septentrionales del continente.

Pero repito: Todo es especulativo.